Hace 17 años se implementó la inspección obligatoria de toda instalación a gas, artefactos y conductos de evacuación de gases en las viviendas, especialmente en los edificios.

Y aunque en este tiempo, periódicamente se han hecho campañas para informar a las comunidades y se realizan fiscalizaciones que pueden terminar en sanciones y multas, todavía existe un alto número de edificios que no cumple con los requisitos para pasar la prueba.

La instalación a gas debe ser inspeccionada

La inspección se debe realizar cada dos años y después de hecha se le entrega al edificio un sello: verde, si las instalaciones a gas están en buen estado; amarillo, si se requieren reparaciones porque hay riesgos de mediana envergadura, y rojo, si están defectuosas.

De acuerdo a El Mercurio, las cifras de la Superintendencia de Electricidad y Combustibles (SEC) muestran que sólo en la Región Metropolitana hay 1.531 edificios con sello rojo. Esto quiere decir que las comunidades sometieron su vivienda a la certificación, pero que la evaluación detectó que las instalaciones presentan serias deficiencias que las hacen ser peligrosas para quienes viven allí.

Además, hay 3.828 construcciones con sello amarillo y 6.281 que si bien tienen sello verde, este fue otorgado hace más de dos años, por lo que la certificación no está vigente y no es posible saber si estas se mantienen o no en buen estado.

Política de seguridad de una instalación a gas

«La definición que tenemos de la política, más que andar sancionando, es a través de la instalación a gas. Es ahí donde el Estado, a través de la supervisión, les indica a los propietarios la condición de su instalación a gas. Esto significa que queda en manos de las personas, de los propietarios, el administrar la seguridad de su instalación a gas, desde el medidor hacia adentro de la casa», explica el superintendente de Electricidad y Combustibles, Luis Ávila.

La autoridad asegura que «en las instalaciones nuevas que tenemos en el país, la certificación se da en el 100%, porque todas nacen con un sello verde», porque se construyen considerando los parámetros que exige la regulación y que luego se miden en las inspecciones.

Certificación para una instalación a gas

El problema lo tienen, principalmente, los edificios construidos antes de 1999. Ana López, vecina de un inmueble de Ñuñoa con sello rojo, cuenta que «nosotros nunca hemos podido pasar la prueba, porque nos dicen que se tienen que hacer arreglos y romper gran parte de las instalaciones. Eso sale carísimo y no tenemos plata para hacerlo».

Un inconveniente similar viven en un edificio de calle Pedro de Valdivia, en Providencia. Osvaldo Pinto, residente allí hace más de 20 años, afirma que «cuando se lanzó todo este sistema, todos los propietarios dijimos inmediatamente que teníamos que someternos a la inspección. Pero cuando lo hicimos nos fue mal y nunca hemos podido hacer los cambios que nos pedían».